[18.17] HabrÃas visto que el sol, al salir, se desviaba de su caverna hacia la derecha y, al ponerse, los rebasaba hacia la izquierda, mientras ellos estaban en una oquedad de ella. Ése es uno de los signos de Alá. Aquél a quien Alá dirige está bien dirigido, pero para aquél a quien Él extravÃa no encontrarás amigo que le guÃe.

[18.19] Asà estaban cuando les despertamos para que se preguntaran unos a otros. Uno de ellos dijo: «¿Cuánto tiempo habéis permanecido?» Dijeron: «Permanecimos un dÃa o menos». Dijeron: «Vuestro Señor sabe bien cuánto tiempo habéis permanecido. Enviad a uno de vosotros con esta vuestra moneda a la ciudad. Que mire quién tiene el alimento más fresco y que os traiga provisión del mismo. Que se conduzca bien y que no atraiga la atención de nadie sobre vosotros,

[18.21] Y asà los descubrimos para que supieran que lo que Alá promete es verdad y que no hay duda respecto a la Hora. Cuando discutÃan entre sà sobre su asunto. Dijeron: «¡Edificad sobre ellos! Su Señor les conoce bien». Los que prevalecieron en su asunto dijeron: «¡Levantemos sobre ellos un santuario!»

[18.22] Unos dirán: «Eran tres, cuatro con su perro». Otros dirán: «Eran cinco, seis con su perro», conjeturando sobre lo oculto. Otros dirán: «Eran siete, ocho con su perro». Di: «Mi Señor sabe bien su número, sólo pocos les conocen». No discutas, pues, sobre ellos, sino someramente y no consultes sobre ellos a nadie.

[18.28] ¡No rehúyas estar con los que invocan a su Señor mañana y tarde por deseo de agradarle! ¡No quites los ojos de ellos por deseo del ornato de la vida de acá! ¡No obedezcas a aquél cuyo corazón hemos hecho que se despreocupe de Nuestro recuerdo, que sigue su pasión y se conduce insolentemente!

[18.29] Y di: «La Verdad viene de vuestro Señor. ¡Que crea quien quiera, y quien no quiera que no crea!» Hemos preparado para los impÃos un fuego cuyas llamas les cercarán. Si piden socorro, se les socorrerá con un lÃquido como de metal fundido, que les abrasará el rostro. ¡Mala bebida! Y ¡mal lugar de descanso!

[18.50] Y cuando dijimos a los ángeles: «¡Prosternaos ante Adán!» Se prosternaron, excepto Iblis, que era uno de los genios y desobedeció la orden de su Señor. ¿Cómo? ¿Les tomaréis, a él y a sus descendientes, como amigos, en lugar de tomarme a MÃ, siendo asà que son vuestros enemigos? ¡Qué mal trueque para los impÃos!

[18.57] ¿Hay alguien que sea más impÃo que quien, habiéndosele recordado los signos de su Señor, se desvÃa luego de ellos y olvida lo que sus manos obraron? Hemos velado sus corazones y endurecido sus oÃdos para que no lo entiendan. Aunque les llames hacia la Dirección, no serán nunca bien dirigidos.

[18.77] Y se pusieron de nuevo en camino hasta que llegaron a una ciudad a cuyos habitantes pidieron de comer, pero éstos les negaron la hospitalidad. Encontraron, luego, en ella un muro que amenazaba derrumbarse y lo apuntaló. Dijo: «Si hubieras querido, habrÃas podido recibir un salario por eso».

[18.82] Y en cuanto al muro, pertenecÃa a dos muchachos huérfanos de la ciudad. Debajo de él habÃa un tesoro que les pertenecÃa. Su padre era bueno y tu Señor quiso que descubrieran su tesoro cuando alcanzaran la madurez, como muestra de misericordia venida de tu Señor. No lo hice por propia iniciativa. Éste es el significado de aquello en que no has podido tener paciencia».
